Porque eso de andar más o menos cuatro kilómetros dentro de un túnel con muchos años y disfrutar de la oscuridad, los murciélagos y comprobar lo que hace muchas décadas pudieron hacer las personas con pico y pala es algo impresionante.
Después del túnel tienes la bajada por senda a la central que también puedes hacer por donde se situaban los railes para transportar objetos y luego, la visita al interior de la central donde puedes llegar hasta la azotea.
Puedes imaginar donde estaban las turbinas, por donde llegaron los tubos con el agua, esos azulejos curvados de color verde, el suelo hidroformado del que casi nada queda, las tejas que están como el primer día, imaginar como rompieron el tejado y se llevaron con helicópteros las turbinas, que con un coche se llegaba a la central por lo que ahora es una dificultosa senda, un túnel al frente que no se ve y que lleva agua a la central de Basta en la zona de Cofrentes y tantas, tantas cosas que te quedarías con la boca abierta como a mi me sigue sucediendo.
Lo dicho, una ruta con mezcla de aventura, de lo que poco ya queda y además, totalmente gratis y mil veces mejor que un día en un parque de atracciones y similares.
Lo redondeas en el restaurante el Cruce con el menú de 15 euros todo incluido en fines de semana.
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