domingo, 24 de mayo de 2020

MI BANDERA FUERON 270 DÍAS Y 270 NOCHES. PIDO PERDÓN SI CREO QUE TUVE BASTANTE.


Todas ellas fuera de casa, lejos, muy, lejos, tan lejos que el tren necesitaba todo un día para llegar donde pase mi niñez.

Menos tiempo que otros que me precedieron, que más días, meses o años ofrecieron a su país, llegando incluso a perder su vida.

Unos por vocación, otros por obligación, otros objetores, otros insumisos y aquellos que eran cortos de talla.

Gente con estudios, sin estudios, con trabajo y sin trabajo, casi niños y muy adultos, todos al son del tambor, izquierda, derecha, firrrrmesss.

Durmiendo en un trozo de esponja, comiendo chuscos con embutido y rancho variado.

Con pelado gratis, ropa a estrenar y horario para todo, haciendo cola para llamar por teléfono a casa.

Premiado con días de permiso, castigado sin días de permiso. Recompensado con 50 pesetas al día, un perrito caliente  costaba 100 y una ballena 300.

Haciendo amigos, arreglando los problemas con tirones en las solapas, terminando las tardes al tiempo que la caja de quintos o botijos según la zona. Otros, ciegos a firmar porros.

Noches enteras, días completos de guardia, que si el chopo, la pistola o la ametralladora, la trazadorora y el NATO.

Soldadito español y otros pasodobles tocaban los músicos, "ese es mi hijo, mi, novio, mi marido, ese es mi padre".

Marinero en tierra, marinero de segunda, poyeye como de comunión marchase con el tafetán.

No sería ni la primera vez ni la última vez que por la bandera pasase, jurase o prometiese. Llegarían otras ocasiones.

Y como si con ello me borrasen el pecado original, con ello comenzó el trabajo, siguieron los estudios, los préstamos hipotecarios, los personales, la familia y una vida por delante.

Pido perdón si la patria la llevó junto a la bandera en el fondo de mi corazón, sin necesidad de alardes, exhaltaciones o exhibiciones festivas. Se que como yo, hay otros tantos.

Reconozco no necesitar más patrón que el sentido común y mi obligación de madrugar cada día para trabajar. Creo en una bandera, me ha hecho ilusión verla en multitud de ocasiones, pero odio que la usen, que la utilicen y que la perviertan intereses, interesados, frívolos e ignorantes.

"Españolito que vienes al mundo..".



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