Aquel día subiamos a Chinchilla y me hice esta fotografía a lomos de mi BH Supra sin ninguna horquilla ni ruedas especiales con la que llegamos a los confines de la península. Nada nos paraba y sin GPS, cuentakilómetros, medias ni barritas ni 27,5 ni 29 pulgadas haciamos noche en un camping, en una iglesia, un hostal o en mitad de la ribera de un río.
Bebiamos cerveza fresca en todos los bares, comíamos lo que podíamos y descansabamos cuando nos apetecía. Teníamos un mapa que regalaba el periodico LA VERDAD con el que poder imaginar por donde pasábamos.
No existía Internet y Faura no sabía ni lo que eran las alforjas en su tienda de Pérez Pastor, tan pequeña y familiar por aquellos días. Viajabamos con el dinero que ganabamos trabajando en el bar de Juan Pedro, en la vendimia o de electricista como hacía Chemin.
¡Cómo ha cambiado el mundo y como hemos cambiado ¡
Por cierto, no llevaría automáticos ni casco, maillot o gafas policromáticas, pero lo que no he cambiado es mi culotte Etxeondo.
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