Esta mañana me ha pasado el amigo Ramón a mi teléfono móvil una foto de hace tiempo, mucho tiempo, posiblemente tanto tiempo que podría ser otra época. Ahora que las fotografías son innumerables y que lo llenan todo, ahora que antes que la vivencia y la experiencia está la fotografía.
Pues esta fotografía tiene años, no tantos como los que tengo y si no recuerdo mal, fue de una de esas mañanas en las que nos levantábamos en mitad de una acampada de las que hacíamos a cualquier lugar, posiblemente fuese por Tragacete, no recuerdo bien.
Ramón tenía una cámara de fotografía de esas que casi nadie tenía, una camara réflex al alcance de unos pocos y Ramón, con lo que ganaba trabajando de camarero en la Universidad, en el puerto de el Campello, en un almacén de distribución y algunos otros tantos lugares que no recuerdo, compraría esta cámara.
Hacía fotografías con un carrete, de esos de 12, 24 o 36 fotografías (algunas cámaras tenían una opción de duplicar el negativo y conseguir hacer el doble de fotos). Entonces, cada fotografía necesita de un estudio previo pues había que hacerla bien con escasa posibilidad de equivocarse y cada revelado valía un dinero (al final de la época del carrete caerían los precios y revelar sería más barato que nunca).
El caso es que Ramón, como quiera que lo que ganaba lo gastaba y era generoso, a todos nos ofrecía la posibilidad de poder escalar por Tragacete, por Sax, Ayna, Bogarra y por donde hiciese falta. Recuerdo una vez que escalamos por Sax y terminamos en casa de su tía en el Campello, un pueblo junto al mar con una playa de un par de metros de arena oscura (me dije que nunca volvería....).
Esta fotografía la hizo porque le dije que daría un gran salto con un rulo de papel higiénico en la mano y vaya que fue un gran salto, todavía me acuerdo y hace tiempo ya. El se puso con su cámara de fotos y me hizo una fotografía que quedó junto a tantas otras que ha hecho a lo largo de su vida, en un montón de fotos, en un montón de recuerdos, en un montón de ilusiones.
Juventud, mucha juventud, botas de andar por el monte, calcetines de tenis, pantalones viejos vaqueros cortados para el verano y camiseta blanca a la que le cortaba las mangas y con los rotuladores Eding le pintaba dibujos para todo el verano.
De vez en cuando me he acordado de esta foto que nunca tuve pero siempre me venía a la memoria y tras pedírsela el otro día en nuestro encuentro, como no, el amigo Ramón me ha pasado la fotografía que aquí tengo.
Es un recuerdo, una experiencia como dicen ahora, un tiempo pasado, una vida pasada, otra vida, la juventud, la alegría por vivir, el futuro incierto y casi imposible, el presente y las ganas de pasarlo bien, es la adolescencia y esa manera de pensar que nada termina, que todo es eterno, que casi todo vale y nunca cambiaremos.
No es una fotografía, es algo más, es un recuerdo de cuando éramos invencibles.
2 comentarios:
jajajaj... estas hecho un figurin de dirty dancing ;). Mis hermanos tenian una polaroid que te sacaba la foto al instante... Como bien dices, habia que ser muy selecto para hacer una foto
Esta bien.jejej. Llama la atención lo de generoso. Creo recordar que tu también eras así. Que buenos tiempos. En fin...
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