La última vez que estuve me lamentaba de no llevar mi cámara con zoom óptico y esta vez con premeditación y alevosía la portaba en mi mochila. Raudo y veloz me dispuse a realizar retratos fotográficos de las aves del lugar que frescas estaban mientras el autor de las estampas se cocía bajo el implacable sol rodeado de un enjambre de ávidos mosquitos cojoneros.
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