Corría el año 1992 cuando a lomos de mi bicicleta de montaña partía de Albacete y recorría la Sierra de Cazorla para luego, tras disfrutarla y escudriñarla, continuaba mi periplo camino de Jaén. Pasaba por pasajes naturales y pueblos como Torreperojil donde me esperaba una "pajara" histórica, Peal del Becerro donde todavía recuerdo la cerveza que me pude tomar y los campos interminables de olivos desde el puerto de salida serrano.
Portaba en mi bicicleta equipaje, comida, saco de dormir, tienda de campaña y un solo libro de Antonio Machado que me ayudaba a comprender en sus palabras las tierras por donde pasaba. Ya tenía conocimiento de sus caminos y estancias donde Castilla era también objeto de su poesía también leída por el que suscribe.
Pasaron años, tiempos de poesía y sueños y veinticuatro años después pude volver a encontrar al amigo Antonio Machado en la Plaza Mayor de Segovia. Allí estaba disfrutando de una tarde soleada con su inconfundible gesto y porte.
Haciendo fotografías de la plaza pude dejar la bicicleta apoyada en un árbol y justo cuando fui a recoger mi montura la pude encontrar a la vera del poeta que me miraba y me recordaba nuestros viejos tiempos y un pasado que siempre vuelve.
Un saludo amigo.
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