Sesenta dos kilómetros de sufrimiento, y menos mal que Fran la ha recortado... Pero claro, a los que nos gusta sufrir, no lo podemos remediar. Subidas con porcentajes casi imposibles, bicitreking, sendas y alguna trialera, torrentes secos interminables, campos de guijarros, aldeas abandonadas, piernas llenas de roces y arañazos y la sombra de las averías y pinchazos, con remate final en forma de charla junto a cerveza y patatas.
Una ruta totalmente recomendable para los que nos gusta disfrutar de la bicicleta de montaña y de la posibilidad de descubrir nuevos lugares sin que nos importen las incidencias del trayecto del que de cualquier manera, disfrutamos y pasamos buenos ratos. Desaconsejable para los que son enemigos de andar con la bici, pedalear entre alguna que otra piedra y dejarse acariciar de vez en cuando por xerófilas implacables.
Nos lleva a descubrir el interior de la Sierra de las Peñas discurriendo por camino, sendas y monte a través por términos de aldeas como El Fontanar, el Valero, Santa Ana, Navalengua, el Sahuco con parada y fonda. Subimos al Roble un par de ocasiones para disfrutar de sus vistas y hacemos tres ramblas, una de ellas en su parte final camino de las Peñas que está bastante bien.
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