Y mira que yo, para estas cosas soy reticente pues que yo me caiga me da igual, pero si el que se cae es mi hijo, pues parece que me duele como diez veces más.
Pues nada, si con ocho años ya se aventura por las sendas de Chinchilla, dentro de unos años ya tengo a quien seguir en las sendas de Dios quiera donde...
Este chico promete.
2 comentarios:
Me gusta este articulo, ya tienes a Alejandro montado en una bici y sobre todo recorriendo sendas con tu apoyo, los pequeños lo que más disfrutan es ver la cara de alegría y orgullo de su Papi.
Cuidado con soltarse demasiado rápido, hay que ir poco a poco,pues tiempo hay de sobra. Recuerdo que cuando mi hijo Josep que ahora tiene 22 años y que recientemente ha "heredado" mi querida Zeus, contaba mas o menos con la edad del tuyo, el tortazo que se dio en una senda con gravilla, mira que me dolió verlo en el suelo magullado, estoy seguro que mas que a el, aunque la suerte es que siempre ha sido un crío durísimo. Felicidades por estos bellos momentos.
Que razón llevas en tus palabras y si Dios quiere, todo seguirá su curso tal y como tú comentas.
En esto de la bicicleta y en la vida, existen rutas por las que todos tenemos que pasar.
Un saludo amigo.
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