Pero bueno, aquí no puede con nosotros ni la oscuridad, ni la lluvia ni el frío, ni el calor en exceso o la fatiga y por ello saltamos montañas... Y claro, en lo más alto en dirección Ayora... LA SENDASCA en lo que se llama el Barranco de la Zorra... Rápida, limpia, aperaltada y mojada... un placer para los sentidos.
Luego, un poco de camino, senda cuesta arriba por el camino viejo de Almansa, bajada en dirección Ayora por barranco y senda, campo a través, cuestas arriba y cuestas abajo, cruce de riachuelos y otras delicias sin las que nuestras rutas no serían lo que son, pues hablamos de lo que no se puede, de lo que no se debe y de lo que hemos hecho y no teniamos que haber hecho.
Terminados los tramos técnicos, imposibles y pintorescos, caminos entre pinos y cruzar el valle de Ayora para buscar las faldas del Mugrón y San Benito. Vuelta a los pies del Castillo del Marqués de Villena a todo trapo, a todo tren, a tumba abierta que nos siguen, que nos persiguen como alma que lleva el diablo... como si el diablo tuviese prisa.
Terminamos algo cansados pero contentos que las piernas tienen memoria como las pilas y nos recuerdan los épicos 100 kilómetros de anteayer y claro, uno es duro pero no es de piedra.
Destacar como no, esos cafés con leche de la gasolinera de Almansa con los "cruasanes" recién hechos, abiertos, a la plancha y con mermelada... "Bocata di cardinale pues".
Agua casi hemos tenido para mojarnos a ocho grados, pero para beber la que llevemos pues de rellenar en fuentes de confianza menos que ninguna.
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