En esta ocasión sin la compañía del inestimable Antonio Veciana, vecino y dominador de cualquier piedra que se mueva en el lugar, aunque casualmente no faltaría a la cita del café mañanero.
Si bien no es tan radical ni dura como la primera versión, tampoco deja a un lado la oportunidad de disfrutar al máximo de nuestras bicicletas en terrenos fáciles y en otras ocasiones, casi imposibles. Lo suyo sería llevar una combinación de bicicletas para todo terreno, pero eso está por descubrirse.
Lo bueno es que si te buscas un colega de ruta como el amigo Fran que no le hace reparos a nada con capacidad e esfuerzo, preparación y sufrimiento, cosa que no pudo pasar en la primera ocasión, la ruta será un placer pues afrontaremos cualquier posible obstaculo con soltura y buen rollito y eso es lo importante a la hora de aventurarse donde haga falta.
Como resultado de todo esto, tendremos cañones espectaculares por donde discurriremos, paisajes alucinantes y tramos de transición de llano en la Manchuela por donde discurrir. El río también será cómplice de nuestras andanzas y junto a él haremos senderos casi tapados por la vegetación y un poco de asfalto, que en la zona no está nada mal.
En fin, que decir de quien nos conoce y sabe lo que nos gusta, pues una ruta para llevarte tu bicicleta y sentirte más pegado a la naturaleza y al noble arte de la bicicleta de montaña que nunca. Eso sí, es para gente con fuerza, técnica y mucha ilusión. Recomendable llevar bicicletas de doble suspensión para los que no estén muy puestos.
1 comentario:
hola como estais, ya os habeis pillao las dobles como dijisteis en otra entrada, la ruta a que te refieres con las dobles lo dices por que tiene su riesgo
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