De esta manera y como quiera que la famosa ola de calor no llegaba y tenía la tarde "libre", me dispuse a realizar una salida "express" y por este motivo, lo de rápida lo tiene por ese asfalto que te lleva a la base de la senda del Racó y serán dieciocho kilómetros de los que se llaman de "aproximación".
Llegados al meollo, entonces te pones a subir y con una pendiente de órdago y piedra suelta casi te da un "telele" y piensas, "será que es más dura de lo que yo pensaba", total, que abandono y bajo por lo que llevaba realizado. Sigo la pista arriba y descubro que me había equivocado y entonces tomo la senda buena, esa senda que comienza bien y comienza a retorcerse como un muelle en subida, unas curvas posibles, otras casi posibles y otras imposibles en las que toca descabalgar. El caso es que se sube y vaya que se sube, tirando de motor y casta. Una vez arriba ya sabes que está casi todo hecho y que esto se puede hacer con eléctrica, con atmosférica toca el pateo del siglo.
Y claro, tras la dureza llega la delicadeza, perdón, un tramo de senda empedrado, enrocado, enraizado en el que debes llevar puestos los cinco sentidos, que digo, los ocho sentidos.
Terminas y te esperan las zetas más luego el tramo de enlace a la cantera con esos cuestarrones.
Ahora la senda en bajada a la caseta y canal y tras ella, las que nos llevan al pueblo de Aguas de Bussot a rellenar líquidos con frescura.
Después el enlace de caminos hasta lo alto de la antena de la Bestia Negra y para final, esos tramos de sendas y enlaces tremendos que nos llevan hasta la rotonda de la carretera a la entrada de el Campello.
La ruta es dura, tremendamente dura y dulcificada si eso se puede decir con la Turbo Levo, no obstante, aunque los primeros kilómetros sean de asfalto se agradecerán para tomarse con tranquilidad la segunda parte de la ruta que necesita de nuestras fuerzas, concentración y sin lugar a dudas, motor y batería.
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