domingo, 31 de marzo de 2019

ISAIAS NAVARRO, HOY TE HAN MENCIONADO Y TE HE RECORDADO

Acudo a una cafetería y pido el café con leche y la tostada. Le pondré aceite y azucar, algo no muy corriente pues la gente le suele poner sal o tomate, aceite y sal. Qué le vamos a hacer si no concibo ponerle sal a la tostada salvo que sea con tomate.
A lo que iba, resulta que en la esquina de la barra y con publico, teníamos al ilustrado, al doctor, al licenciado de turno, al mediocre supino con un periódico entre las manos. A primera vista y según palabras previas vertidas a propios y extraños (siendo yo de estos últimos), ostentaba el fundamental papel de lector y comentarista del periódico.
Me vais a disculpar pero he sido educado con estereotipos y prejuicios y resulta que siempre que veo alguien con un periódico, con un libro o con cualquier soporte de información similar, pienso que es una persona que tiene o busca formación y eso siempre lo valoro en un primer momento (imagina lo que pienso del que reparte periódicos a la boca de un metro, todos mis respetos).
El caso es que este señor mayor, pues es un señor y además es mayor, comenta algo de un tal Isaias y mi percepción pasa a modo atención, centrando mi percepción auditiva a sus posteriores disertaciones de taberna. Era una esquela como podía atisbar desde mi taburete, de un tal Isaias Navarro que en una ciudad como esta de Albacete no podía ser otro que mi fallecido tío hace días con noventa y pocos años.
Isaias era un hombre grande de pequeño tamaño, con tanta decisión que tenía para repartir, con las ideas claras. Sabía hablar y lo más importante, sabía escuchar. Cuando le decías algo prestaba atención y analizaba lo que le decías de manera que sabías que además de escuchar, hacía de la conversación algo ameno y entretenido.
Trabajador incansable, agronomo, especialista en buscar, localizar y conseguir agua, persona que todo lo llevaba anotado con perfecta caligrafía y perfeccionista en todo.
Natural de un pueblo de la sierra de Albacete, de Alcaraz, un pueblo atípico en un llano de la montaña, en una planicie donde el viento corre a sus anchas y las casas se agrupan para calentarse entre ellas, donde otros como él llegaron muy lejos dejando el pueblo en la juventud especializándose en psicología, religión y otras nobles y no tan nobles artes como la política.
Un hombre hecho a si mismo que podía haber tenido otra trayectoria y destino totalmente distinto y que eligió el camino del trabajo y del esfuerzo que siguió a lo largo de toda su vida.
Se marchó con tranquilidad, enseñándonos al resto como hacerlo llegado el momento, pues la enfermedad y la muerte son experiencias únicas que tan solo se pueden compartir con los más allegados.
Como antes decía, este señor mayor de la cafetería dice que el de la esquela, el tal Isaias era Caballero Agrario, que menudo título era ese, que hay que ver lo que algunos hacen para ser algo, para presumir, que seguramente tenía algún despacho y vete tu a saber.
En mi caso callado mientras comía ante tanta necedad, pero llegado un momento no pude resistirlo más y le dije a este individuo "perdone pero ese Caballero del que usted esta hablando es mi tío que falleció hace unos días y es cierto que era un Caballero, además, su trabajo era el campo, terreno en el que estaba especializado y hombre trabajador e incansable. Decirle que despacho no le recuerdo pero no le hacía falta porque era muy inquieto y seguramente era el último lugar donde encontrarlo".
Continue con mi desayuno, al cabo de unos segundos el comentarista con otros comentarios, sus plantas de la terraza y algo de Torrevieja y al finalizar me despedí del camamero así como el lo hizo conmigo.
Isaias, hoy te han mencionado y te he recordado.


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