Subir desde el nivel del mar hasta lo más alto de las cumbres alicantinas es un auténtico placer. Pero mucho más es cuando la recompensa comienza al poco de la bajada al estrecharse el camino y comenzar a cruzar fuentes naturales de agua fresca. A medida que descendemos se abren los paisajes y nos descubren lo grande que es la naturaleza y lo que podemos llegar a disfrutar.
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