Unos mapas del periodico la Verdad de Albacete y las mochillas de hierros atadas a los portabicis con los pulpos del coche de mi padre; sacos de dormir, esterillas y en mi caso, la tienda de campaña.
No sabíamos donde dormiríamos; en mitad del campo en Molinicos, en alguna pensión de Granada, en un camping en Tarifa y muchos otros lugares.
Comiamos donde queriamos y lo que teníamos a mano y un día con otro pedaleabamos hasta nuestro destino que en realidad era cruzar hasta África. El dinero se terminó en el camping de las Dunas en Tarífa y desde allí, vuelta en autobús hasta Bienservida.
Mas o menos era el año 1991 y decir en Albacete que haríamos lo que hicimos sonaba a locura, más aún cuando eramos dos chavales de veinte años que no tenían ni idea de los lugares donde irían, tan solo tenían ilusión y ganas de vivir.
Seguimos adelante.
Aquí en el bar de Juan Pedro, el primer jefe que tuve y posiblemente uno de los mejores que he conocido y tenido, antes de salir rumbo a lo desconocido.
Una parada al pasar la cuesta de las Peñas, todavía nos quedaba camino y mucho.
En el mirador de Ayna con mis guantes que llevaban toalla y que me dejaría olvidados en el embalse del Tranco, cincuenta kilómetros después me daría cuenta... tela.
Llegados al Bellotar la foto de rigor.
Y si no está, mi preferida El día que llegamos al mar, a las playas de Almuñecar después de haber salido de Granada por la carretera de la Cabra. Con menudas caras nos miraban los bañistas y mucho más cuando así, de esta guisa nos metimos al agua. Luego iríamos a Málaga en la siguiente etapa pasando por el barco de Chanquete.
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