Son las seis y media de la mañana en mitad de una ola de calor de verano. Casi llegas a los treinta grados y tomas un café con leche y una buena tostada y zumo natural en la gasolinera. Ahora sabes que tienes cinco pedazo de sendas por delante, cuesta abajo y cuesta arriba. Nada más salir pedaleas por la playa y ves como va saliendo el sol. El día que te espera es infernal y así será, pero pedalear por el infierno tampoco está mal mientras tengas buenas sendas.
Al final, un buen baño en una playa de limpias aguas terminará por relajar las piernas y curar ciertas heridas y arañazos, que esto de la bicicleta de montaña al límite tiene ciertos riesgos.
Hoy ha sido un gran día de bicicleta.
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