DE VILLAJOYOSA A LA NUCIA

Son tres los tramos que hacemos para completar un tercio de la ruta y para comenzar, salimos de la tierra del Nardo para recorrer su costa, los pequeños acantilados camino del Racó Conil y los pinares que nos llevan a la Cala de Finestrat.
Viejos recuerdos de más de una década me hacen ver dos campings donde tan sólo quedan farolas, escaleras abandonadas y senderos en la roca que andaba en las tardes de calor junto a la que ahora es mi mujer y madre de nuestros hijos.
El tiempo me devolvería al edificio de la Cala que en sus bajos guarda una heladería junto a una rotonda que bien recuerdo cuando construyeron. Muchos éramos para tan poca playa cuando ahora son demasiados. Un invierno cálido allí pasaría trabajando junto a grandes amigos.
Subimos entre callejuelas de una peña que en lo más alto habitó el ser humano hace siglos y comenzamos a recorrer la mitad de las playas de un eterno Benidorm que nos ha visto crecer y madurar y a bien seguro, envejecer con la isla al fondo y la montaña a nuestras espaldas.
Tras la subida y paso por el Burguer King, reposo familiar veraniego a bajo precio, sendas donde nadie las espera y con la lástima de una montaña quemada encontramos un entramado de sendas para todos los gustos que enlazan con la marcha de la Nucia.
A bien seguro acertados están los que dicen que esta marcha vale la pena, y la recorremos con algo de barro y peligro, pero con ilusión y temeridad.
Primeros treinta kilómetros donde el tiempo es relativo sin fórmulas que afirmen dicha teoría, la realidad manda.