Y claro, los mejores pudieron asistir y ser agasajados y deleitados por el anfitrión, Francisco Enduro, curioso su apellido, y con sus ruedas pasaron por tierra, arena, piedra y volaron por lugares donde tan solo caben ruedas, que no razones.
Dejo instantáneas de tan fenomenal jornada épica que como no, terminaría con un homenaje y la buena restauración del lugar que lleno nuestros estómagos de las mejores delicias culinarias.
Otra gran prueba del calendario ciclista a la saca, ahora a esperar la siguiente y a descansar.
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