El Castillo nos despedía, del mismo modo que nos recibía, pero el castillo no tiene prisa, nosotros tampoco pues hemos podido dar cuenta de nuestro cruasaaaaaan recién hecho con un buen café con leche de esos que los 50km sabemos y para terminar un buen par de jarras heladas de cerveza marca de la casa.
Hemos visto muchas cosas en nuestro periplo pero nos ha llamado la atención una senda donde los muñecos atados a los árboles miraban impávidos con cierto temor del que suscribe nuestro paso. Saludos a quien tan curiosa idea le ha llevado a darle un toque curioso y temoroso al monte.
Pensabamos que pistera.... que vaaaaaaaaaa, aquí no se descansa.... y por cierto, mil de acumulado en 50km son mil de verdad... ¿O no?
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