Por ello, tendremos unas cuantas sendas en el recorrido y es recomendable llevar alguna que otra protección contra el matorral que de vez en cuando pretenderá tatuar nuestra piel.
Atravesaremos algún que otro bancal de piedras, con lo que la ciclabilidad está asegurada mientras sigamos pedaleando y guardando el equilibrio.
El meollo comienza con la subida y posterior bajada de la senda del Cerro Gordo donde tan solo los más avezados podrán afrontarla en condiciones. En mi caso que la hice con una doble en condiciones doy fe de otras ocasiones en las que me ha sido imposible afrontarla con mi rígida.
Tras ello y como remate, la subida y bajada al castillo y unas cuantas escaleras que bajar para llegar a la plaza del pueblo donde la buena bebida y cocina del bar nos dejará satisfechos de una gran jornada de bicicleta.
Recomendable a todas luces para aquellos que busquen nuevas sensaciones y les de casi todo igual.
Agua no tenemos en ningún momento del recorrido, aunque sean pocos kilómetros, la dureza y posibles pinchazos y averías recomiendan llevar buen abastecimiento.
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